martes, 31 de marzo de 2009

La Conspiración de La Nación y el Banco Central

Así es, conspiración. ¿Conspiración contra quién?, contra todos nosotros ciudadanos de este país. ¿Conspiración por qué?, porque el segundo con sus medidas atenta contra el empleo y el desarrollo futuro de este país, mientras que La Nación lo apoya, lo acoge y lo justifica.
Las decisiones estúpidas del presidente del Banco Central, junto con los efectos de la crisis internacional, están metiendo a este país en la peor de las recesiones en mucho tiempo, algo que no veíamos desde la crisis de la deuda a inicios de los ochenta. Costa Rica, en este momento, es el único país en el mundo que en medio de la recesión, producto de la peor crisis económica en 80 años, está subiendo la tasa de interés, a contrapelo de lo que podría ser una actuación sensata en el sentido contrario, o sea, bajar las tasas.
El presidente del BCCR se escuda diciendo que "debe controlar las presiones sobre la demanda agregada que producen inflación". Si Guti fuera estudiante de macroeconomía, con esa respuesta habría perdido el curso, no he escuchado una aberración tan terrible de la teoría económica como la de este señor. Lo diré así para que nos entendamos: UNA ECONOMÍA EN RECESIÓN NO TIENE PROBLEMAS DE INFLACIÓN POR PRESIONES DE LA DEMANDA AGREGADA. Este es precisamente el caso de nuestro país. El problema de nuestro país en este momento está en otro lado: el problema es el desempleo, la caída en la actividad económica local, la falta de crédito, la falta de solvencia de la gente para enfrentar sus créditos por el aumento en las tasas de interés, etc.
Y La Nación defiende a Guti, hoy salen en su "valerosa" defensa con un Editorial lleno de tecnicismos creados para enredar. Qué mejor manera de defender a un técnico que esgrimiento argumentos que nadie entiende. Es como para decir: "con esas palabras tan sofisticadas, debe ser cierto". Pero no lo es, algo huele mal en todo esto. Por ejemplo: ¿por qué El Financiero, parte del mismo Grupo Nación, no defiende a Guti, más bien le pide acciones más decididas para enfrentar la crisis y salir del mutismo en el que se encuentra? Algo pasa en Llorente.
Para aderezar el asunto, el Presidente Arias ha salido publicamente y en varias ocasiones, como también señala el editorial de El Financiero, a pedirle a Guti que haga algo, pues el barco de la hacienda pública hace aguas y la única cubeta para desaguar un poco está en el Banco Central, pero el inquilino del edificio sobre la antigua plaza de artillería calla reiteradamente.
Guti sabe que tiene que bajar las tasas y consentir una devaluación un poco mayor, para reactivar la economía y contener la presión sobre la balanza de pagos. Claro, eso perjudicaría a los sectores importadores, los grandes ganadores con Guti al frente del Banco Central. ¿Será que alguien en el matutino de Llorente se dedica al negocio de la importación?. ¿A quién defiende Guti y La Nación en conjunto?. La aparición de un amigo mutuo sería la respuesta a este enigma de la conspiración de ambos.
Mientras tanto, la gente se queda sin trabajo. Una crisis económica atroz recorre el planeta. El desempleo surge como un triste fantasma y con él de nuevo la pobreza. Ni La Nación, ni el presidente del Banco Central tendrán esos problemas, por eso quizás no les preocupan. Al resto sí, pero no somos parte de esa élite de poder que gobierna a complacencia de unos.

lunes, 23 de marzo de 2009

ARESEP vrs El Consumidor

No es que este sea nuestro caso del mes, aún tenemos la mira puesta en la pésima gestión del Banco Central y su cada vez más desprestigiado presidente, pero no podemos quedarnos callados ante los últimos acontecimientos en Aresep. Luego de la vulgar defensa de su vocera en un comentario en nuestro Blog, quien solo pudo esgrimir argumentos técnicos que no atendían el fondo de la denuncia que hicieramos, y que además desnudaba el desconocimiento de su jerarca, ahora le aparece otro lunar a la Aresep: la fijación de las tarifas de los combustibles.


¿Cómo explicar los errores en la fijación de las tarifas de combustibles, que terminaron por generar un excedente de ¢79.000 millones? ¿Por qué si el criterio de servicio al costo debía primar, no se consideraron esos elementos en la fijación de las tarifas y Aresep permitió que se diera un servicio con ganancias para la institución pública?


No culpamos a Recope, ellos cobran lo que Aresep les diga y más bien han sido muy honestos al reconocer que el excedente podría trasladarse a la tarifa. Lo interesante de esto es que el reconocimiento venga de la institución pública y no del Regulador General. ¿Dónde estaba el Regulador en toda esta historia?, pues seguro tratando de entender nuestro post anterior, así como resolviendo cual es la forma en que se fijan las tarifas de los buses.


¿Cúanto podría beneficiar a los consumidores si se vuelcan esos ¢79.000 millones en una disminución de tarifas de combustible? Ya que el Banco Central no sirve para nada y no controla la inflación, ¿por qué el Regulador no hizo lo propio, trasladándole el beneficio de una disminución de precio de importación a la gente? ¿Por qué dejó que se acumularan ¢79.000 millones de excedentes, cuando el país está en llamas y vivimos la peor crisis económica de los últimos 80 años? ¿En qué planeta vive el señor Herrero?


¿Cuanto tiempo van a durar en corregir esta distorsión? Les apuesto a que no menos de 2 meses, pues nuestro sádico regulador se relame viendo como la gente no se beneficia de las disminuciones de precios. Para muestra un botón: se tomó casi 3 meses en bajar las tarifas de buses.


S.O.S., alguien que nos salve de esta gente por favor.

jueves, 12 de marzo de 2009

Las Tarifas de Buses Pueden ser Menores

Al fin se dió (¿o cedió?), las tarifas de los buses bajaron, luego de un largo pulso con Aresep, donde tanto la Defensoría de los Habitantes como el mismo Gobierno en el Plan Escudo, presionaron para que se diera ese ajuste, en medio de la reticencia de Aresep. ¿Por qué la Autoridad Reguladora no actuó con celeridad en este asunto, dejando que los autobuseros percibieran beneficios extraordinarios desde el momento en que empezó a bajar el diesel? Al no bajar las tarifas con la misma rapidez que el combustible, los empresarios autobuseros hicieron su "agosto", pero desconocemos el por qué del actuar de Aresep y no nos meteremos a especular.
Lo cierto es que el actuar de Aresep lo que está provocando son ganancias extraordinarias, al igual que se las provocó a Recope, por no hacer los ajustes de tarifas como se debe, ganancias que se podrían estar traduciendo en menores tarifas para los usuarios. Con Recope la situación es patética, las ganancias extraordinarias de esta entidad llegarona ser durante el 2008 de ¢80.000 millones, monto que se pudo haber traducido es tarifas aún menores por los consumidores y que Aresep apenas "entrará a estudiar" en su fijación ordinaria de tarifas para los combustibles.
Si esto es así, ¿podemos confiar en el criterio de Aresep en la fijación de tarifas de autobuses? No, y de seguido demostraremos por qué. Gracias a la colaboración de un amigo, tuvimos acceso al acta de la sesión de una comisión legislativa, donde se le hace la siguiente consulta al Regulador General, don Fernando Herrero:
"Diputado Rojas Rodríguez:
(...)
¿El número de personas transportados es fiscalizado por la ARESEP o sencillamente se da por bueno lo que reporta el autobusero o el Consejo de Transporte Público lo verifica, y ustedes aceptan la verificación del Consejo de Transporte Público? La pregunta va en el sentido de que si esa verficación es real y la ARESEP, a ciencia cierta sabe cuántas personas transporta cada línea o cada bus, (...)
Licenciado Fernando Herrero, Regulador ARESEP:
(...)
Es muy caro estar midiendo el uso efectivo de los buses, entonces en el pasado lo que se había hecho era simplemente..., vamos a ver, era en realidad tomar lo que las empresas dicen más alguna información complementaria del Consejo de Transporte Público cuando existe, no siempre existe, (...), pero en realidad no tenemos un buen sistema de control del número de pasajeros y eso es muy importante.
(...)
Entonces, ahí tenemos un problema serio, lo detectamos a partir de las quejas de la gente que empezó a decir por qué suben este precio, si en realidad esos buses están cada vez más llenos y tienen más...
(...)
Entonces, ahí yo en realidad diría que tenemos un problema, que es un problema serio, no se puede resolver a la carrera, es un problema de montar el sistema y empezar a muestrear sistemáticamente para saber, realmente, cuánto es la demanda efectiva que encuentran las distintas rutas."
(Páginas 26 y 27, del documento de la sesión de trabajo No. 1, expediente legislativo No. 17.152, Comisión Especial de Combustibles. La documentación es pública, puede accesarla cualquiera a través del archivo de la Asamblea Legislativa)
O sea, Aresep usa dos componentes para fijar las tarijas: todos los costos de prestación de servicio y los posibles ingresos de la demanda de este servicio. El primero lo conoce con detalle, incluso se ha reducido sin que impacte favorablemente al usuario, como decíamos anteriormente. Pero el segundo no lo conoce, se basa en lo que dicen las propias empresas de autobuses, que pasan a ser juez y parte en este asunto. Si más personas están usando los servicios, de lo que las empresas de autobuses dicen, entonces LAS TARIFAS DE AUTOBUSES DEBERÍAN SER MÁS BAJAS.
Un ejemplo. De Heredia a San José hay dos líneas de busetas: los Rápidos Heredianos y las Busetas Heredianas. Ambas prestan servicio de busetas, así que se supone que no deberían llevar gente de pie. Pero, al parecer, el Consejo de Transporte Público les permitió hacerlo, para poder atender la enorme demanda del servicio entre San José y Heredia. ¿Bajaron las tarifas cuando las busetas empezaron a llenarse de gente que viajaba de pie? No, siguieron cobrando lo mismo. ¿Entonces que pasó? Las dos empresas se están llenando la bolsa de plata con un servicio que les cuesta similar, pero que ahora les permite obtener un ingreso mucho mayor.
Al ser el transporte público un servicio público según lo definen las leyes del país, los beneficios deben ser trasladados al usuario en la forma de menores tarifas, pero no ha pasado eso en este caso. Peor aún, en el caso de las Busetas Heredianas el servicio es pésimo, no tienen terminal ni en San José ni en Heredia y las unidades son muy viejas, a pesar de que cobran más que la otra empresa, que al menos se ha preocupado por renovar su flota.
Conclusión: los usuarios de transporte público están pagando tarifas que no se definen con criterios técnicos precisos, tarifas que podrían ser menores. ¿Quien protege a los usuarios?

martes, 10 de marzo de 2009

El Banco Central en la picota

Juan Manuel Villasuso, publicado en La República.
El Banco Central de Costa Rica está en la picota. En momentos en que el deterioro de la economía nacional exige una intervención enérgica y oportuna del ente responsable de la política monetaria y cambiaria, la institución soporta intensos dilemas conceptuales, sufre una merma en el apoyo empresarial y resiente agudas discrepancias con el Gobierno. Los padecimientos y tribulaciones del Central se manifiestan al menos en tres dimensiones: problemas de identidad, contradicciones de políticas y pérdida de credibilidad.
*Problema de Identidad. Los personeros del Banco están convencidos de que su único y exclusivo objetivo es la lucha contra la inflación. Lo denominan “inflation target” y señalan que otros fines como el crecimiento de la producción o la mejor distribución del ingreso no son de su incumbencia.
Para luchar contra la inflación exigen “independencia” total de las instancias oficiales, que el gobierno no se inmiscuya en sus determinaciones. Consideran que sus decisiones deben prevalecer sobre cualquier voluntad política.
Esta visión tecnocrática, ideologizada y restringida de las funciones de una entidad ejecutora de la política monetaria de un país, pierde validez cuando el principal problema no son los precios sino la destrucción de puestos de trabajo y la necesidad de estimular la inversión para crear nuevos empleos.
Al Banco Central le corresponde un importantísimo rol en el esfuerzo por la reactivación, pero no lo asumirá si los jerarcas continúan convencidos de que eso no les compete. Peligroso dilema de identidad en estos tiempos.
*Contradicciones políticas. Después de meses de silencio el Gobierno propuso el Plan Escudo. Entre los planteamientos concretos está la reducción de las tasas de interés. La formulación la hizo por la vía de los bancos comerciales del Estado, no del Central. La razón: la “independencia” del Banco, que no comparte ese criterio. El Gobierno define su enfoque pero las autoridades monetarias no la avalan. Mientras tanto, el desempleo aumenta y la economía se deteriora.
Estamos en la recesión más grave desde la Gran Depresión de los treinta. Los bancos centrales de todos las latitudes han reducido a casi a cero las tasas de interés. El Gobierno se orienta por ese camino de reducir el costo del dinero para reanimar la producción, pero el Banco Central, obsesionado por una inflación que ahora se abate a sí misma, no quiere hacerlo y manipula la tasa básica pasiva sin disminuirla. Preocupante contradicción entre el Gobierno y el Banco Central, que se extiende también al encaje legal.
*Pérdida de credibilidad. El Banco Central ha sido una de las instituciones con mayor credibilidad en los sectores empresariales del país: bastión de la estabilidad y paradigma de un modelo de apertura y liberalización. Pero las cosas parecen haber cambiado. Se escuchan fuertes críticas de las cámaras y en otros sectores, que piden revisión y modificación de las actuales políticas.
En materia cambiaria abunda el rechazo al régimen de bandas y se objetan las restricciones al crédito y la negativa a disminuir el encaje bancario para que aumente la liquidez. Tampoco se comparten los argumentos para mantener elevadas tasas de interés cuando la inflación se estima de un dígito. La realidad hace perder la fe en los dogmas.
¿Podrán superarse estos aprietos? Ojalá, porque tener en la picota al Banco Central durante una crisis económica como la que enfrentamos constituye el peor de los escenarios imaginables.