Dos o tres generaciones no han sufrido una crisis económica de alcance mundial, como la vivida al inicio de la década de los 30. Mi generación ni tan siquiera recuerda la crisis de la deuda, sufrida por los países de América Latina a inicios de los ochenta. ¿Tiene la crisis actual alguna significancia particular?: sí, es una crisis de exceso de mercado, que será, como otras, resuelta con más Estado. ¿Significa esto la muerte del capitalismo?: no, simplemente la llegada de un proceso de transformación profundo.
Luego de la crisis de 1929, surgió un nuevo pensamiento que estaba basado en un concepto radicalmente nuevo, como lo es la idea de una política económica discrecional, una vuelta atrás en la pretendida idea de que los mercados se auto regulan. Este nuevo pensamiento tuvo como base la idea de JM Keynes de que la depresión, la caída en el nivel de actividad económica y el creciente desempleo, se pueden resolver con la intervención del Estado, a través de un mayor gasto público y la inyección de dinamismo a la demanda agregada.
Sin embargo, las ideas tiene ciclos y esta idea en particular fue vencida por el monetarismo de Friedman y la base política del neoliberalismo, donde el mercado se sacude de las ataduras que le impone el Estado y empieza un proceso de liberalización paulatino. Los impuestos empiezan a bajar, las economías compiten según el menor costo tributario para las empresas y la desregulación es un bien preciado en la competencia entre naciones.
El momento cumbre de esta nueva fase es la llegada al poder de los halcones repúblicanos, que, bajo la lógica reaganomica, reducen los impuestos a las empresas, pero introducen un gasto militar record, que socava las bases de la competitividad de la superpotencia. El déficit fiscal record le impide al Gobierno de los Estados Unidos invertir en su infraestructura, recuperar sus carreteras y dinamizar su economía. Los puentes empiezan a caer y la economía se prepara para tambalearse.
Cuando la crisis de las hipotecas de alto riesgo empieza a resonar, el gasto público estadounidense no aparece para compensar los vaivenes del gasto privado, así queda abierta la puerta para la recesión. Cuando la epidemia ataca, los primeros en caer son los más débiles, en este caso fueron los bancos.
Entonces, ¿qué va a pasar ahora?. Pues es muy probable que la economía de un giro hacia el Estado, donde la política económica discrecional y activa será la tónica. En este contexto las nuevas potencias adquirirán más fuerza, pues tendrán recursos para inyectarle a sus economías a través de una mayor inversión pública, recursos que en muchos casos vendrán del petróleo y de otras materias primas. La aventura militar de los Estados Unidos en medio oriente deberá acabar, volviendo su mirada y sus recursos hacia su maltrecha economía. Es un momento de oro para impulsar una economía más verde y reducir los costos de la energía con el impulso público a la inversión en nuevas fuentes, con energía producida localmente y que sea renovable.
El capitalismo no morirá, sino que en su dinámica habrá una mayor participación del Estado, tal y como en los tiempos del "New Deal". Ese nuevo trato será llevado adelante por una nueva visión política, seamos optimistas y digamos que sí se puede.